Artemisa
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En junio partimos
hacia un nuevo reto; vamos al gran Korab, un monte de más de 2700 metros ; y todo
gracias a la expedición docente adaptada del Proyecto Eidós. Sin embargo, en
esta ocasión, nuestro compañero Juan José García de Ana, más allá de ir como
aprendiz va como apoyo del gran grupo de profesionales docentes. Aunque para él
es una gran responsabilidad intentará dar la talla. Y así es como se ha dado
inicio a los entrenamientos el pasado fin de semana.
Aún así, siempre
nos ha parecido, que cada lugar esconde grandes secretos y sabiendo que
nuestra filosofía parte un poco de ahí... Bien sabemos que la naturaleza guarda
grandes vivencias y que para poder entender la vida y cultura de cada entorno
es imprescindible volver a sacar a la luz estas historias. Sólo así,
entenderemos la madre tierra en cada contexto; y sólo así observaremos esa misma
tierra con otros ojos.
Rastreando la
hemeroteca, parece ser que aquellas tierras que será parte de la
expedición durante unos días era territorio del pueblo Iliria. Este pueblo, por
un tiempo, creía y loaba a los dioses de la mitología griega. Teniendo eso en
cuenta, y sabiendo que la naturaleza es parte de nuestro ser, hemos escogido un
mito relacionado con la diosa de los animales salvajes y el terreno virgen
Artemisa; El mito de Acteón:
Acteón, hijo De
Aristeo y Autónoe, era un gran cazador. Había sido instruido en este arte por
el mismísimo centauro Quirón, encargado de adiestrar a grandes héroes como
Aquiles. Acteón disfrutaba de la caza más que con cualquier otra actividad, así
gozaba de grandes viajes y escapadas cargado con sus armas con el fin de buscar
presas.
Un día, la diosa
Artemisa disfrutaba de un baño completamente desnuda. Andado por el bosque,
Acteón llegó hasta el lugar en el que la hermosa diosa gozaba del gratificante
baño, y ante tanta belleza quedó completamente fascinado. No podía apartar la
mirada de Artemisa, algo que ésta se tomaría como una gran ofensa y violación
de su privacidad divina.
Muy enojada,
Artemisa decidió castigar al voyeur convirtiéndolo en un ciervo. No contenta
con eso, la diosa encolerizada por la profanación de sus virginales misterios,
decidió enviar a los propios perros de Acetón, cincuenta, para que lo mataran.
El final trágico
llegaría a Acteón de la mano de sus animales, puesto que lo devorarían
cruelmente haciendo su cuerpo pedazos. Una vez acabaron con su vida, buscaron
desesperados a su amo por todo el bosque, pero jamás lo encontraron. Ya habían
terminado con él.
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