Hemos tenido la gran suerte de conversar con gente realmente
extraordinaria, con voluntarios, familiares; hemos podido presenciar una muchedumbre de montañeros, gente
que ha aportado su valioso tiempo para que otros como Alfonso, Ivan, Carlos y
el propio Ángel pudiesen alzar la voz a los cuatro vientos. Es más han ocurrido
situaciones como la subida a La Cabeza del Santo donde la gente se ha volcado tejiendo
redes de apoyo. No hay más que ver la propia imagen al más puro estilo Iwo Jima.
Y decimos a La Cabeza, porque los propios del pueblo así lo denominan. Cierto
es que hay aspectos donde mejorar, donde hacer autocrítica estaría bien para
completar esa plenitud; pero el objetivo ha sido el deseado. Y es que entre
todos se ha llegado a decir que a la ELA, no hay nada mejor que decir, VENCELA.
Ya son unos años desde que Unai Elorriaga escribiera aquella novela llena de maestría llamada "Un tranvía en SP”. En dicha narrativa, Lucas, de manera creativa creía subir al gran Sisha Pagma mientras subía las escaleras de su casa. Lucas, nunca estuvo en el Himalaya a pesar de creer que estaba en él. Pero, como si de una auténtica hazaña se tratara, se enfrentaba a diario a las escaleras contagiando al entorno que le rodeaba. Bien sabían todos donde se encontraban pero... ¿para qué estropear esa sensación repleta de ilusión?
Partiendo de este relato, continuamos hacia nuestro último objetivo; Urbia. Mirándolo desde cualquier perspectiva, bien sabemos que Aizkorri no es ningún ochomil, y Urbia no es ningún campo base. Sin embargo, nos conviene por momentos llegar a empatizar y ver que en aquellas personas que presentan debilidad en cuyos miembros inferiores, el simple hecho de alejarse del asfalto supone una auténtica Odisea. Y ver que un increíble paraje, como puede ser Urbia, está bajo nuestros pies es como si tuviésemos oro en nuestras manos. Los ojos de Kontxexi, dentro de la gran belleza del paraje, transmitían mucho sin mediar palabra. Estando junto a su hermano Iñaki, junto a su sobrina Maddi, no mediaba otra cosa que un continuo "eskerrik asko". No obstante, sus ojos... su mirada expresaban mucho más. Expresaban una inmensa alegría. Y vivir esto mismo, y que lo comparta con nosotros, es algo único. He ahí el verdadero secreto de cualquier tesoro; he ahí nuestro propio ochomil. Y es que esto mismo está al alcance de muy pocos. Y aunque algunos se empeñen en etiquetar este momento como algo solidario, preferimos darle un sentido más coherente como es el uso del sentido común. La naturaleza debe estar al alcance de todos, y para ello simplemente precisamos de ese sentido común. Sólo así Lucas culminó su Sisha Pagma; y sólo así Kontxexi culminó su propio ochomil; Urbia.