Entre el miedo y la maldad

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Son cientos los años que la figura de Tartalo, el gran cíclope de nuestra tierra, se asemejaba con la crueldad y lo salvaje. Sin embargo bien sabemos que esto mismo se utilizaba para alejar a lo desconocido creando un ambiente de terror. Es más, observando las diversas leyendas, siempre lo definen como come niños y hombre de poco corazón. No obstante nos parece interesante darle la vuelta a la tortilla. ¿Y si esa persona, fuese una persona agnóstica y solitaria? En la época dorada de la iglesia toda persona que se alejaba de las creencias apostólicas era un auténtico demonio. He ahí las Brujas, los Gentiles,… e incluso el propio Olentzero o Basajaun son retratados al mundo maligno. Si bien sabemos que en nombre del ser supremo se creaban leyendas para atemorizar a la población y manejarla con más facilidad. Ante esto… puede que Tartalo pudiese ser un gentil humilde; puede que fuese alguien a quien le gustaba estar tranquilo en soledad; puede que por su figura, por ignorancia, por su discapacidad la gente huyera de él; puede que incluso se riesen de él; puede que de vez en cuando aguantaba huéspedes inesperados que no más que querían hacerle el mal… ¿a quién podríamos creer?

Caminando juntos sabe mejor

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