Apagar para volver a renacer

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A pesar de que muchos relacionan los carnavales con la cuaresma y el mundo cristiano, aún quedan grandes resquicios de la cultura ancestral. Y es que los carnavales nos traen a la mente la necesidad de auyentar toda nuestra negatividad en épocas de frío y en épocas donde debemos despertar a nuestra madre tierra.

Es cierto al duro invierno, al frío, a la oscuridad cada zona le hace frente a su manera. Y entre medias siempre se encuentra la carne y el propio animismo. Se representan rituales en torno a los animales, sobre todo en aquellos lugares donde mantienen la cultura de nuestros antepasados. E incluso, como culminación, en elgunos casos, queman algo lleno de simbolismo; he ahí Miel Otxin de Lantz, Zanpantzar de Irun o el propio entierro de la Sardina. Sin embargo, así es como se unía la naturaleza con nuestro entorno cultural. No importa que quien se ahoga entre las brasas sea un malhechor o delincuente o un animal; eso es lo de menos; lo que importa de verdad es que la naturaleza, una vieja era se “muere” o se apaga, para volver a renacer.

Teniendo esto en cuenta, es importante “dormir” y serenarse de vez en cuando. Hay que obedecer a la naturaleza. Y ello nos llevará siempre a nuevos proyectos. Así es como nos ayuda a despertar, y ver que podemos ir más allá. Puede que lo consigamos, pero esperar a lo que dicte la naturaleza es de recibo. Ahora sólo nos queda plasmarlo, caminar y... seguir adelante. Sin embargo, y manteniéndonos firmes en nuestra filosofía, quien decide en todo momento es quien quiere que la naturaleza sea su próximo destino. Y a nosotros nos toca ser grandes privilegiados de compartir ese instante.

Caminando juntos sabe mejor

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