Diosa blanca
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La reina de las hadas, la diosa blanca, frunce el ceño ante los
nuevos visitantes. Ella es quien concede el camino y ella es quien lo confina.
La cautela es importante, pero cuan más importante es reclamar su beneplácito
para caminar sobre sus montañas. Aquellos que fueron derrotados en su manto,
como acto de cobardía, la designaron a las tinieblas señalándola como la divina
maldita. Sin embargo, cada circunstancia precisa de su tiempo y admitir cada
momento es de vital importancia. Su soberanía es quien decide en su reino y la
humildad es parte de su potestad. Por eso, quien camina en su feudo debe inclinar
sus decisiones a lo que dicta. Así es como Balmat y Paccard hicieron cumbre
hace más de 200 años en el Mont Blanc; y así es como año tras año hay quien
consigue ser rey por un instante. Más hay quien no ha vuelto de sus dominios.
Hoy, acudimos a su tierra con el fin de aprender. Acudimos a
su tierra para mostrar que todos tenemos el mismo derecho de disfrutar de algo
tan maravilloso. Acudimos a su tierra para que el mundo vea que más allá de la discapacidad
de una persona puede haber un colectivo con diversidad funcional donde unidos
desarrollan de manera extraordinaria la capacidad de cada uno. Hoy, acudimos a
una de sus moradas, el Grande Sassière de 3.751 metros . Acudimos
a una de sus moradas donde una vez más debemos respetar su última palabra. Acudimos
a una de sus moradas donde más allá de la cumbre, debemos disfrutar de compartir
y aprender de una experiencia de montaña. Y todo gracias a gente extraordinaria
que confía en nosotros; personas humildes que comparten su camino y hacen que
seamos parte de ese círculo.
Pero ahora toca caminar. Estimada reina, ahora estamos a
merced de vuestra palabra.
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