Quercus Robur vs Quercus Rubra
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Mientras la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas
“expropiaba” y se beneficiaba de las producciones sudamericanas en nombre de la
realeza, un nuevo elemento atravesó el atlántico con el fin de generar mayor
riqueza; el roble americano. En aquellos tiempos, el roble era muy preciado
para la construcción en general. La tala hacía peligrar su existencia y además
no siempre se obtenía la calidad que se precisaba ya que el roble requiere de
un habitat adecuado para su supervivencia. Ante esto, allá en el siglo XVIII
importaron esta especie ya que su crecimiento era más raudo y proporcionaba una
dureza y calidad superior a la
autóctona. Sin embargo, la implantaron sin saber que podía llegar a ser una
seria amenaza y es que al elevarse por encima nuestro Quercus Robur le hacía
sombra haciendo que las horas de luz disminuyeran. Además el roble americano priva
de nutrientes a las propias ya que sus raíces alcanzan mayor profundidad. Pero
por aquel entonces sólo se pensó en su rápido crecimiento e hicieron que se
multiplicase por nuestras tierras de manera salvaje e irracional.
A día de hoy, tres siglos después, la legislación estatal la
considera como planta invasora; y es que nos hemos dado cuenta que no es
beneficiosa para nuestro más preciado roble que sigue con dificultades para
salir al pie. Ante esto, los grandes letrados de la biodiversidad están
intentando erradicar a paso lento su situación ya que son las principales
causas de la pérdida de nuestro medio nativo.
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